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En este momento hay infinidad de información digital atravesándote, pero no te asustes, no es peligroso, de hecho es algo que lleva pasando más de un siglo. Hace años, e incluso hoy en día, los tendidos eléctricos inundaban las fachadas de los edificios, aunque ahora es un paisaje menos habitual gracias a: las tecnologías wifi, los sistemas de conexión inalámbrica y los satélites que orbitan la tierra. Estos sistemas posibilitan la conexión entre dispositivos en prácticamente cualquier lugar del mundo.
Esto, unido a la modernización y desarrollo de la administración, ha dado lugar a nuevos tipos de almacenamiento motivados por la necesidad de enfrentar el problema de la obsolescencia de los soportes físicos. En el año 2006 se puso en circulación el concepto de Cloud Computing, cuando George Gilder publicó su artículo «Las fábricas de la información» en la revista Wired. En él, expuso un modelo de nube virtual con un enfoque directamente relacionado con su uso en la web. La idea que presentaba era que éste fuera un intermediario virtual entre el proveedor del servicio y el usuario -o cliente- facilitando a éste último el acceso a esta nube desde cualquier dispositivo conectado a internet.
Cuando hablamos del almacenamiento en la nube lo hacemos pensando en éste como un modelo de computación que permite reunir, en un mismo lugar, datos y archivos en Internet. El proveedor almacena, administra y mantiene de manera segura los servidores de almacenamiento, la infraestructura y la red para garantizar que tiene acceso a los datos cuando lo necesite, prácticamente a cualquier escala y con capacidad elástica. Esta forma de preservar la información hace que ya no sea necesario mantener los datos en la propia institución, sino que se pueda brindar agilidad, escalabilidad y durabilidad, con acceso a los datos en cualquier momento y lugar. En este modelo es la institución quién maneja, desde sus oficinas, los recursos que presta a sus clientes, es decir, estos recursos se «virtualizan» y pasan a ser parte de una «nube virtual». Dentro de esta nube podemos identificar varias capas como, por ejemplo, un SaaS.
Cuando se habla de SaaS o Software-as-a-Service, se hace referencia a un modelo de distribución del software que proporciona a los clientes el acceso a aplicaciones a través de Internet. El software se suministra como un servicio, de manera que el usuario no tiene que preocuparse del mantenimiento de dichas aplicaciones. Para el usuario, este modelo permite optimizar costes y recursos y, para el suministrador de software, permite implementar economías de escala optimizando los costes. El concepto de Software como un Servicio (SaaS) lleva a fortalecer el concepto de ubicuidad, es decir, aloja externamente en la web los servicios de software. Se generaliza así el concepto de SaaS al llamado Cloud Computing.
Continuando con esto último, el almacenamiento de archivos en la nube es una buena solución para almacenar datos y compartir archivos en línea. Con este método, los servidores y aplicaciones pueden acceder a los datos mediante sistemas de archivos compartidos. Además, estos permiten a los usuarios de tipo super administrador, crear, eliminar, modificar, leer y escribir archivos y organizarlos en árboles de directorios para un acceso intuitivo. Este intercambio de archivos en la nube ofrece acceso simultáneo, de varios usuarios, a un conjunto común de archivos almacenados en ésta mediante el uso de permisos de usuario y de grupo para una mayor seguridad. Además, se adapta a una amplia gama de aplicaciones, desde grandes repositorios de contenido, entornos de desarrollo y repositorios multimedia, hasta directorios personales de los usuarios. Elementos como los servidores web, la administración de contenido, la analítica y el contenido multimedia y del entretenimiento, son ideales para el almacenamiento de archivos en la nube. Además, como las soluciones de almacenamiento de archivos en la nube suelen estar adheridas a los protocolos comunes para los archivos, a las convenciones de denominación de archivos y a los permisos a los que están acostumbrados los desarrolladores, es fácil integrarlas en aplicaciones y flujos de trabajo existentes.
En definitiva, el almacenamiento en la nube nace de dos necesidades principales: por un lado, los avances tecnológicos que impulsan la administración electrónica crean una necesidad de almacenamiento de documentación digital y, por otra, la posibilidad de disponer de esta información y poder alterarla en cualquier parte y cualquier momento. Es por ello que, en la actualidad, todos los esfuerzos se enfocan en despejar todas las dudas que surgen, tanto a nivel de seguridad como de capacidad, disponibilidad y perdurabilidad.