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Cada vez surgen más formas y soportes para consumir cultura, esto hace que la legislación deba actualizarse y amoldarse para regular estos nuevos formatos, pero no siempre es así. Últimamente estamos viendo como surgen nuevos productos, culturales o no, y al comenzar a utilizarlos empiezan los problemas, es entonces cuando se desarrolla una legislación que regula el uso de estos nuevos productos. La legislación suele ir por detrás del producto. El libro digital no iba a ser menos.
El libro digital ha tenido, desde su aparición, un IVA del 21% mientras que los libros físicos tenían un 4%. Resulta difícil de comprender que una misma obra, dependiendo del soporte usado para su distribución, tenga un impuesto diferente. Pero esto viene de largo.
Desde el año 2006 se han ido desarrollando diferentes Directivas europeas en las que la descripción del libro digital ha ido cambiando. Al principio esquivaban la descripción del libro digital, pero en las posteriores Directivas se empieza a tratar como servicio y no como producto cultural. Es decir, entendían que el libro digital era un servicio hasta que se volcaba en un soporte físico, no considerando un lector (eReader, ordenador, tableta…) como soporte físico. Algunos países europeos como Francia o Luxemburgo se opusieron a lo impuesto por la Unión Europea, por lo que fueron amonestados y después obligados a aplicar la normativa por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
Los tiras y aflojas se dieron en diferentes países con la Unión Europea durante más de diez años, buscando la forma legal de esquivar la Directiva que reglaba el impuesto sobre el libro digital. En junio de 2017 Francia llevó la propuesta de reducción del IVA sobre las publicaciones en soporte digital al Parlamento Europeo, pero la oposición de la Republica Checa por motivos políticos retrasó la medida durante más de un año, hasta el pasado martes dos de octubre cuando se aprobó esta reducción del IVA sobre los contenidos digitales.
No es seguro cuánto se va a reducir el IVA sobre los contenidos digitales, pero esta reducción deberá estar por debajo del 21% actual. En España el exministro Luis de Guidos afirmó que esta reducción se haría directamente, sin pasos intermedios, es decir el libro digital pasaría de un 21% a un 4% de IVA automáticamente. Con el cambio de gobierno no podemos confirmar si la actual ministra Nadia María Calviño Santamaría tiene la misma idea que su predecesor, pero cabe esperar que sí.
Parece que tras varios años persiguiendo esta reducción del IVA al fin va a conseguirse. Como decíamos resulta ilógico que un mismo producto tenga impuestos diferentes dependiendo de sobre que soporte se consuma. Sin embargo la legislación suele ser conservadora al respecto y tiende a demorarse en este tipo de asuntos más que adelantarse. El desconocimiento, la falta de previsión y la lentitud de los procesos administrativos hacen que en el ámbito digital se den muchos vacíos legales y situaciones poco comprensibles como la que hemos tenido hasta ahora con el IVA sobre el libro digital.
M. García González y FJ Valentín Ruíz