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La iglesia católica ha sido y es una institución con gran importancia en España, desde su establecimiento en época visigoda, tomando parte en la vida social, política y económica desde entonces hasta la actualidad. A su vez, ha sido una de las principales impulsoras de la conservación documental, desde los grandes archivos catedralicios, pasando por los “scriptoria” en los monasterios, sin dejar de lado los registros parroquiales y archivos diocesanos. Gracias a esta labor, los fondos que han llegado a nosotros son una excelente fuente de información para estudios demográficos, arquitectónicos, económicos y sociales entre otros.
Sin ir más lejos, los estudios resultantes de las partidas bautismales, registros de feligreses y cofradías, permiten conocer la situación demográfica de un lugar concreto; estudios sobre medicina o los antiguos hospitales, tratamientos y registros de enfermos al cargo de monasterios y conventos, que permiten comprender los servicios que daban a la población, la información relativa a la esperanza de vida en el pasado, etc. Dejan de manifiesto la importancia de estos fondos conservados en bibliotecas, archivos y centros documentales, además de regirse por la Ley de Patrimonio.
La legislación no es todo, hay que buscar la interoperabilidad y la facilidad de la consulta entre los archivos y dar solución a los grandes impedimentos para la consulta de estos documentos en el pasado. Esto, sumado al rápido crecimiento de los medios informáticos y electrónicos, ha desencadenado en una necesidad de adaptación y crecimiento de las bibliotecas, archivos y centros de documentación ante estas herramientas. Como resultado, la difusión de los fondos se convierte en un reto al que se le ha dado solución en las últimas décadas, haciendo énfasis en la importancia de mostrar al mundo la información que se encuentra bajo custodia.
A esto, habría que añadir los grandes cambios de nuestra época con la digitalización de documentos y la difusión de los mismos virtualmente, siendo este un servicio básico para cualquier institución hoy en día. Por lo que es evidente que las entidades no pudiesen hacerse cargo de todo ello en tan poco tiempo: la nueva formación en medios on-line, nuevas aplicaciones, nuevos sistemas de red y de digitalización electrónica, unido con los cambios y avances constantes en esos temas, dificultan el estudio y aplicación de estos en las propias organizaciones.
Las instituciones, ante esta casuística, han comenzado a abordar la situación con unas prioridades enfocadas en la conservación y descripción documental, y han dejado inevitablemente de lado el trabajo de difusión que estas tienen. Esto ha hecho que, muchas empresas del mercado tecnológico empiecen a ofrecer soluciones para que la labor de difusión y consulta de los fondos sea accesible desde cualquier parte del mundo. Una oportunidad de poder mostrar toda la documentación de la institución en una misma ubicación, y para poner en manos de la institución la exhibición de sus fondos como lo que son, bienes de interés cultural, fundamentales para la investigación histórica.
En conclusión, los archivos eclesiásticos son una parte fundamental de la sociedad, y contienen información muy valiosa para el estudio de la historia de nuestro país. La implementación de nuevas herramientas tecnológicas ha permitido que las instituciones se adapten a los cambios y exigencias de la sociedad, garantizando la accesibilidad y supervivencia de la información. Estos avances han llegado para quedarse, por ello hay que mantenerse actualizado y a la vanguardia para evitar la obsolescencia de las entidades de nuestro país.