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Desde que en 2016 se implementó en las bibliotecas públicas de todas las Comunidades Autónomas – a excepción del País Vasco – gracias al servicio de eBiblio, todos los usuarios han hecho un uso progresivamente mayor del servicio de préstamo de libros electrónicos, prensa y revistas. Esta iniciativa, que fue impulsada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en el año 2014, es accesible 365 días al año desde cualquier dispositivo y en cualquier momento del día, y además permite la lectura en streaming y a través de descarga.

El aumento de este tipo de préstamos en las bibliotecas públicas durante el período 2016-2017 se ha debido en gran parte a la mejora de los servicios bibliotecarios, la ampliación de las colecciones y el conocimiento por parte del público de las bibliotecas de este servicio. 5.006 títulos más han sido incorporados a la colección del pasado año; un 60,8% más. Entre las nuevas incorporaciones vemos libros (84% de los préstamos); pero también audiolibros (7%), publicaciones periódicas (9%) y enlaces a bases de datos (entorno al 1%).

Desde 2016 este servicio ofrece a todas las comunidades préstamo de libros electrónicos, audiolibros, publicaciones periódicas y bases de datos con lectura por descarga y en streaming

Las estadísticas nos auguran una buena noticia que las descargas ilegales deberían pasar a ser historia. ¿Para qué descargar de manera ilegal ebooks o contenidos si dispones de ellos de manera online y gratuita? Esta debe ser una cuestión en la que prevalezcan los derechos de autor y las descargas legales y gratuitas. No es de extrañar entonces que a lo largo del 2017 los préstamos pasasen de 38.174 en enero a 62.042 en diciembre.

En resumen, el fondo disponible tiene 12.959 libros, 200 audiolibros, 69 títulos de revistas, y de prensa y 4 bases de datos. Los libros más prestados en 2017 fueron la trilogía de Dolores Redondo, Patria de Fernando Aramburu y Falcó de Arturo Pérez Reverte. Las revistas más leídas fueron El Jueves, Semana, Cuerpo Mente, Lecturas y El Mueble. Asimismo fue destacable la demanda de libros en lenguas extranjeras.

¿Podrá este proyecto terminar finalmente con la descarga ilegal de contenidos? Solo las bibliotecas públicas tienen la respuesta.

A. Sánchez