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El impacto de la era digital en la infancia: riesgos y oportunidades

El impacto de la era digital en la infancia: riesgos y oportunidades

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En la era digital en la que vivimos, los niños están creciendo rodeados de tecnología desde una edad temprana, son los llamados nativos digitales. Un contexto vivaz e interconectado que se desarrolla a grandes velocidades. 

 

Es decir, que ya no descubren el mundo sólo por experimentación e interacción con el mundo que les rodea, sino que tienen a su alcance la vasta red digital, donde pueden alcanzar lugares que jamás estarán, contactar con gente que jamás conocerá, y hayas información que de otro modo jamás hubiesen podido obtener. Pero, no todo es beneficios, también están expuestos a los peligros cibernéticos que acechan en cada esquina, desde el acoso en las redes sociales hasta el robo de identidad

 

Save the Children comenta en uno de sus últimos informes que el 84% de los delitos sexuales en internet tiene como objetivo a los menores, de igual manera, 82,000 a 111,000 menores, en España, han sufrido acoso y ciberacoso (6,9% ciberacoso y el 9,3% acoso tradicional). Esto se traduce en que la ciberseguridad en la infancia se ha convertido en la preocupación creciente de familias y entidades educativas, pero la ciberseguridad es mucho más que eso.

 

Razón por la cual todos los actores públicos, privados, asociaciones y expertos claman por el desarrollo de una conciencia de ciberseguridad desde edades tempranas, donde los docentes y padres son las piezas clave de una acción necesaria. Pero, cuáles son los peligros.

 

La conciencia en Redes sociales

Un entorno frecuente de interacción para los menores y adolescentes, donde numerosos datos de propios y ajenos se comparten indiscriminadamente, y sin filtro. Nombres de personas, ubicaciones, imágenes, intimidades… Todo ello con personas que no sabemos si son realmente lo que dicen ser, provocando una exposición, una desprotección de la infancia; y haciendo necesarios entornos y contextos digitales donde se garanticen la seguridad de datos y la privacidad.

 

Por otro lado, está el modo y la frecuencia de uso, ya que trae consigo una exposición a interactuar con entornos poco seguros, donde la identidad es vendida o incluso robada, con cookies abusivas, datos poco protegidos, y claves poco seguras. 

 

Pero, también, abusar del uso de dispositivos digitales, que supone un pozo de tiempo invertido, que en informes psicológicos la equiparan a la adicción, en cuanto a los procesos químicos que provoca la estimulación y satisfacción rápida por dopamina, y una dependencia del reconocimiento de otros en estos entornos. Es por ello que disponer de un contexto digital donde poder tener información del tiempo de acceso y un uso provechoso y eficiente es clave.

 

El comportamiento en línea

El uso de las nuevas tecnologías trae consigo un riesgo de deshumanización de la interacción humana. Ya no hablamos cara a cara, sino con una pantalla, lo que ha promovido una generación de un amplio glosario del comportamiento en línea: Ghosting, Sexting, Stalking, etc. Razón por la cual actuar sobre la sensibilización por medio de formaciones colaborativas que fomenten la interacción es esencial.

 

Pero, no solo es esto, sino que muchos comportamientos son lesivos emocionalmente, especialmente en infancia, donde, al buscar el reconocimiento fácil en redes sociales y no encontrarlo, provoca que el infante se enfrente a frustraciones, rechazo, aislamiento de terceros etc. O algo peor, el ataque en línea de sus iguales, es decir, el temido ciberacoso, lo que trae consigo consecuencias más graves. Y es que ninguno de ellos ataca cara a cara, es una gota que daña poco a poco la imagen digital de los jóvenes, socavando autoestima, y provocando desenlaces fatales. 

 

Muestra de esto último son los alarmantes datos de la Organización Mundial de la Salud, que estima que alrededor de 200.000 jóvenes entre las edades de 14 y 28 años se suicidan cada año debido al acoso, incluido el ciberacoso. Disponer entonces de recursos multiformato para descubrir, abordar y aprender sobre salud y bienestar en toda la comunidad educativa es prioritario.

 

Los juegos en línea

Una excitante manera de disfrutar del ocio y tiempo libre son las innumerables actividades que ofrece el mundo digital, es decir, los videojuegos, que desde el siglo pasado se han popularizado y que con el boom de internet entraron en los hogares, enganchando todas las edades.

 

Este satisfactorio ocio trae consigo los mismos riesgos que anteveíamos, al poner en conexión personas anónimas, provocando interacciones agresivas, deshumanizando los interlocutores, adicción, e intoxicando las actividades que deberían ser satisfactorias, lo que nos lleva a que los videojuegos puedan, según estudios clínicos como El uso de videojuegos en adolescentes. Un problema de Salud Pública (M. Rodríguez Rodríguez y FM. García Padilla, 2021) y otros, pueden ocasionar los siguientes riesgos

 

  • Ansiedad, depresión y conductas obsesivas.
  • Soledad y disminución de la inteligencia emocional.
  • Uso patológico de los juegos y abuso de juegos de azar y violencia.
  • Desarrollo de adicción al juego y adicción a los videojuegos.
  • Irritabilidad, ansiedad y obsesión con los videojuegos.
  • Menor expresión de emociones y desensibilización.
  • Síntomas de ansiedad y depresión a largo plazo.
  • Cambios de humor extremos e ira.
  • Problemas de salud mental y emocional.
  • Relaciones familiares y sociales afectadas negativamente.

 

Pero, el riesgo no solo es producido por los videojuegos, sino por las apuestas entre los adolescentes. Hay datos que en la Región de Murcia, uno de cada cuatro estudiantes de entre 14 y 18 años participa en apuestas o actividades similares con dinero, lo que refleja un aumento de la adicción al juego entre los adolescentes.

 

Esto supone un grave riesgo de adicciones al juego, ya que según la encuesta ESTUDES, el 10,3% de los jóvenes de entre 14 y 18 años realiza apuestas online, mientras que el 22,7% lo hace de manera presencial. Con consecuencias mucho más graves que las anteriormente mencionadas. Por ello, los docentes y familias deben tener de primera mano información y formación para abordar estos temas.

 

ODILO, acción y prevención, desde la formación

No todo el panorama es tan negro y tan oscuro, siempre se puede trabajar desde la prevención y desde la acción ilustrada del conjunto de los actores educativos para reconducir comportamientos, paliar efectos y actuar cuando la prevención llega tarde.

 

Por ello, ODILO ofrece un catálogo de recursos multiformato donde abordamos temáticas de ciberseguridad, salud digital y bienestar general. Adaptándose a las necesidades y expectativas de la comunidad educativa y sus ritmos; facilidad de acceso y sin fricciones en el aprendizaje.

 

Este aprendizaje debe realizarse con eficiencia, materializándose en ODILO un plan formativo coordinado entre docentes-familias-infantes que provoca que todos ellos posean información e instrucción, generando una sensibilización de los riesgos, protocolos de actuación y alternativas de prevención.

 

Para alcanzarlo, ODILO implementa las acciones que generan aprendizaje significativo en los individuos, por medios de situaciones de aprendizaje, útiles en el día a día, a través de metodologías activas que generen y acerquen las nociones de ciberseguridad al público desarrollando competencias digitales fáciles de aplicar en la cotidianidad.

 

Así en ODILO, logramos crear figuras de referencia entre los docentes que sirvan de buenas prácticas en los ámbitos de la seguridad y la salud. Convirtiendo a las familias en veladores de la seguridad de los más pequeños y guías en la adolescencia. Concienciando a todos los estudiantes mediante formaciones y recursos que promuevan los valores y la construcción de una ciudadanía responsable.

 

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