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Encuentro en las empresas un paralelismo perfecto con un equipo deportivo. Pongamos como ejemplo el fútbol, aunque podría valer con cualquier otro deporte. Si la Unión Deportiva las Palmas quiere ganar partidos debe entrenar (formar) a sus jugadores en su estilo de juego. No vale con que mande a sus deportistas a entrenar con otros equipos o entrenadores, sino que es el propio club el que debe preocuparse de entrenarlos para conseguir los resultados que se buscan. Claro que los jugadores cuentan con una formación básica previa, pero los detalles, se pulen en el club al que pertenecen.
Pues bien, en las empresas sucede, o debería suceder lo mismo. El empleado llega a la empresa con una formación genérica, y es la empresa la que debería especializar a sus trabajadores, dándoles una formación concreta para las actividades que va a desarrollar. Así es como han surgido en los últimos años las Universidades Corporativas.
Las Universidades Corporativas son centros de formación tanto físicos como virtuales que las empresas utilizan para formar a sus trabajadores. Proponen cursos de diferentes duraciones y temáticas, en los que los trabajadores se forman y aprenden aspectos concretos que hacen que mejoren en sus puestos de trabajo o que promocionen.
Cuando se necesita un perfil muy específico para cubrir un puesto de trabajo es muy difícil encontrar a alguien que tenga esa capacitación en concreto, es más sencillo formar a una o varias personas para ese puesto. Con esto no solo se consigue que el trabajador adquiera los conocimientos necesarios, sino que comprenda los objetivos y las líneas generales de la empresa para la que trabaja.
Para que todo esto funcione es necesario que la formación sea impartida por verdaderos expertos en el tema, normalmente los propios trabajadores que formarán a sus compañeros, y contar con el respaldo de la directiva. También que los trabajadores estén satisfechos con la empresa y sus condiciones laborales; invertir en formación es invertir en el futuro de la empresa, por lo que es necesario contar con la seguridad de que el trabajador está comprometido con la empresa y su trabajo.
Otra de las ventajas de este tipo de formación es la versatilidad que ofrece. Se puede realizar de forma online, o durante el horario de trabajo; puede ser un curso de unas pocas horas o el equivalente a un máster… De esta forma el trabajador y la empresa se adaptan a las necesidades del otro, se respeta el ritmo de aprendizaje, y se evitan traslados innecesarios.
También se realizan cursos intensivos, en los que los trabajadores se trasladan durante un tiempo al lugar donde se lleva a cabo la formación y conviven con otros miembros de la empresa. Adquiere las competencias necesarias, pero también realizan otras actividades que pueden aplicar de forma transversal en sus puestos de trabajo, como el trabajo en equipo, la resolución de problemas, el dialogo, o el liderazgo.
La velocidad a la que avanzan las tecnologías es vertiginosa, surge necesidad de estar constantemente renovándonos y adaptándonos al ritmo al que gira el mundo. Como suele decirse “el saber no ocupa lugar”, y en este caso son las empresas las que están promoviendo esa formación a lo largo de la vida que tanto se exige en el ámbito laboral y tan necesaria para seguir conectados.
M. García González