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La formación ha cambiado su paradigma

Tribuna publicada en El Economista

Por: Alberto Abel, Director de Marketing de ODILO

Vivimos en una era donde cada generación ha aprendido de manera diferente según la tecnología con la que se ha encontrado. Mi padre descubrió internet a los 40, los teléfonos inteligentes a los 50, Blockchain y criptomonedas a los 60, y ahora la IA a los 65. Su aprendizaje ha sido distinto al mío: accedí a Wikipedia en el colegio, aprendí finanzas con apps a mis veinte, y ahora, en mis treinta, uso ChatGPT para buscar ideas y construir nuevos conceptos.

Ahora, en mi rol como profesional en una edtech he visto cómo la IA está cambiando el paradigma educativo. Esta nueva tecnología nos permite gestionar millones de contenidos para dotar de itinerarios y experiencias de aprendizaje ajustadas al nivel e interés de cada persona, ya sea niño, adolescente o adulto, y, aún más importante, adaptarnos a sus rituales de aprendizaje: Si te gusta aprender comunicación efectiva viendo vídeos, la IA te lo facilita. ¿Prefieres aprender idiomas mientras realizas las tareas del día a día? ‘Aquí tienes los mejores cursos’. Las aplicaciones de la IA nos abren un nuevo escenario donde cada uno puede formarse cómo y cuándo quiere, moldeando un ecosistema de aprendizaje ilimitado a cada necesidad y estilo.

Sin embargo, para que la IA sea lo más provechosa posible en este sentido del que hablo, se deben enfrentar varios retos importantes. Primero, la calidad y fiabilidad de los contenidos son esenciales. No basta con tener acceso a una ingente cantidad de información; es crucial asegurar que esta sea precisa y útil para tus intereses.

Además, debemos conseguir que la personalización se equilibre con la privacidad. La IA tiene la capacidad de adaptar el aprendizaje de manera individual, pero esto implica gestionar una cantidad considerable de datos personales. Así, es fundamental establecer medidas de protección que aseguren que esta información se maneje con responsabilidad y transparencia.

Lo que sí ha quedado claro es que la IA ha revolucionado el panorama formativo, retando lo previamente asentado y transformando las relaciones educativas. Ha abierto las puertas a un aprendizaje más activo y autodirigido, donde cada persona puede trazar su propio camino. Por ello, y centrándonos en esos retos, el debate no debe ser tecnología, sí o no para la formación. Ahora las preguntas son: ¿Qué se encontrará mi hijo cuando tenga mi edad? ¿Estoy dándole las herramientas necesarias al integrar la tecnología en su ritual de aprendizaje?

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