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Artículo publicado por Expansión
Por: María José Gómez-Serranillos
La personalización de la enseñanza es una de las grandes ventajas del uso de la inteligencia artificial en las aulas. Pero este uso implica igualmente riesgos como la delegación desmesurada de las tareas formativas en la tecnología.
La plataforma de creación de experiencias a medida Odilo, compañía liderada y fundada por Rodrigo Rodríguez en el año 2012, está enfocada en la educación digital para que cualquier organización pueda crear su propio ecosistema de aprendizaje, ofreciendo a sus usuarios un acceso ilimitado al catálogo de contenido educativo multiformato más grande del mundo, y la posibilidad de crear todo tipo de experiencias de aprendizaje sin restricciones. Más de 9.100 organizaciones de más de 54 países, ya han creado estos ecosistemas de enseñanza que permiten el acceso al aprendizaje a más de 170 millones de usuarios. La compañía dispone de acuerdos de contenido con más de 7.300 proveedores de contenidos digitales educativos en todos los formatos: cursos, aplicaciones interactivas, vídeos, pódcast, prensa, revistas, audiolibros, libros… Toda esta variedad de opciones y recursos permite personalizar al máximo la enseñanza, que es una de las grandes ventajas aportadas por la IA. “Los algoritmos de Odilo permiten identificar las necesidades y el perfil, por edades, de los alumnos y ofrecerles contenidos específicos y a su medida”, explica Ainhoa Marcos, vicepresidenta de educación de la compañía. “Por ejemplo, si un alumno está en una etapa de comprensión de la lectura y tiene interés por el hábitat marino de las ballenas, le ofreceremos contenidos relacionados con esa temática. Hace dos años Odilo, conocida popularmente como el ‘Netflix de la educación’, protagonizó la mayor ronda de financiación en una ‘edtech’ en España: 60 millones de euros en una operación liderada por la firma de ‘growth capital’ Bregal Milestone, en la que también participaron Swanlaab Venture Factory, CDTI, Endeavor Catalyst, Kibo Ventures y JME Ventures.
«Hay que introducir la IA a los alumnos de forma inteligente en su día a día». Este mensaje de Lula de León, cofundadora de la edtech Leemons, indica la pauta que debe guiar a docentes y familias a la hora de usar la IA en la educación, especialmente en las etapas más tempranas de los escolares.
Al igual que en otros tantos ámbitos, la llegada de la IA al ámbito educativo es un hecho innegable. Esta tecnología está abriendo todo un mundo de posibilidades para cambiar los métodos clásicos de aprendizaje de los alumnos y, a su vez, ofrecer a los profesores herramientas innovadoras de enseñanza más personalizada y eficiente en función de las
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necesidades de cada niño. Con la IA pueden crear contenidos y recursos educativos a medida según los distintos perfiles de estudiantes y las capacidades de cada uno.
Pero los beneficios de esta tecnología en la educación no vienen solos. Llegan acompañados de riesgos o amenazas que hay que detectar y frenar para no poner en peligro un adecuado nivel de calidad en la enseñanza y en la comprensión de cada asignatura por parte de los estudiantes.
Detectar el fracaso escolar
Un ejemplo de los beneficios que reporta un buen uso de la IA en las aulas se encuentra en la tecnología desarrollada por un equipo de investigadores de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Se trata de un sistema basado en algoritmos de IA que permite detectar diariamente a los estudiantes en riesgo de suspender y que, además, «es capaz de intervenir automáticamente de forma precoz con mensajes personalizados para revertir la situación», según explican desde la UOC.
Este seguimiento continuado ayuda a acortar el tiempo entre las primeras señales de riesgo y la intervención del sistema para evitar que el alumno abandone una asignatura.
La IA enfocada en una mejora de la comprensión de las asignaturas por parte del alumno es uno de los grandes beneficios para Sonia Fernández, socia de Kibo Ventures, fondo que cuenta con varias inversiones en firmas edtech. «Estamos analizando cómo la IA generativa está modificando diferentes modelos de negocio y cómo impactará en la manera diferente de realizar tareas en el futuro. Será necesario que los jóvenes, más que memorizar, aprendan a pensar, a discernir, a observar la información presentada y ver formas de contrastarla y formar su propio criterio. Veremos cómo las clases avanzarán en este sentido».
La personalización que permite la IA en el aprendizaje de cada alumno es para la inversora de Kibo Ventures una cuestión interesante: «La educación tomará modelos que combinen la presencialidad con la adquisición de conocimientos de forma individual y digital. La inteligencia artificial permitirá realizar un aprendizaje mucho más individualizado para cada alumno».
Otro beneficio interesante para Guillem García Brustenga, profesor de la UOC, es «la ayuda de la IA para el profesor aportando sugerencias o comentarios en el diseño de las distintas asignaturas, o facilitando objetivos de aprendizaje al preparar las evaluaciones del curso».
La creación de contenidos de todo tipo es otra de las ventajas de la IA, «y aquí las posibilidades son infinitas», destaca el profesor de la UOC.
Carlos Martínez, director global de soluciones y servicios de IA y big data en Telefónica Tech, subraya que «la personalización de la IA en las aulas rompe el paradigma tradicional de la educación, permitiendo que los niños tengan más opciones y se pueda prestar más atención tanto a aquellos que van más lentos en el aprendizaje, como a los que tienen más interés y capacidades. Se puede hacer un análisis de la evolución de cada estudiante y ver cómo progresan».
La IA generativa ofrece también una mayor universalidad de la educación, añade el directivo de Telefónica, «especialmente para llegar a zonas de países en vías de desarrollo». De esta forma, esas áreas pueden tener los mismos contenidos de un colegio de élite a un coste más reducido. Pero, para ello, insiste Martínez, «tiene que darse un cambio de mentalidad y cultura del profesorado para aplicar estas innovaciones».
En Bolsa Social los proyectos educativos analizados se valoran en función del impacto que provocan, que es el eje que guía las inversiones en start up de este fondo que cuenta en su cartera de inversiones con casos como Leemons. «Los proyectos educativos de IA en los que entramos deben dar respuestas a problemas reales y deben tener el valor diferencial de mejorar los resultados del aprendizaje del alumno. Estos dos aspectos suponen para nuestro equipo dos grandes beneficios de la inteligencia artificial», explica Eduardo Baruque, director de inversiones del fondo.
Otra aportación de la IA para la educación, subraya el inversor de Bolsa Social, «es que permite eliminar barreras de entrada, otorgando a la enseñanza una mayor accesibilidad para más alumnos».
La resolución de dudas de forma rápida y automática es otro gran beneficio, ofrecido por edtech como 4Geeks Academy, escuela digital de formación en programación. Víctor Gómez, CEO de la plataforma señala que cuentan con un mentor de inteligencia artificial. «Cuando el estudiante se queda estancado en alguna actividad, puede hacer preguntas a un Chat GPT que es experto en enseñar programación. Esto le brinda una velocidad de respuesta enorme y de muchísima calidad».
Riesgos y amenazas
Todos los expertos coinciden en apuntar que la IA debe ser una herramienta de ayuda para facilitar y agilizar las tareas al docente. Pero siempre será necesario el toque humano. «Nunca debe emplearse la IA como un sustituto», insiste García Brustenga. Si no se sigue esta pauta en el día a día de las aulas se corren distintos riesgos. «El principal es una delegación desmesurada de las funciones del profesor en la IA que puede llevar a una pérdida de los estándares de calidad de las asignaturas, lo que ponen peligro el aprendizaje de los estudiantes».
El profesor de la UOC habla de «una situación perversa» a la que se podría llegar con la IA: «La tecnología diseña la actividad que debería haber hecho el profesor y el estudiante resuelve la tarea con IA».
Para Sonia Fernández, «uno de los peligros puede venir de herramientas que no se centren en desarrollar soft skills (habilidades), como las capacidades comunicativas. La interacción en grupo seguirá siendo clave y, en este sentido, los modelos enfocados puramente en la plataforma digital han de tener estos aspectos en cuenta a la hora de poder aportar una enseñanza de calidad».
Un riesgo que no hay que obviar es el relacionado con los datos y la privacidad. Así lo recuerda Eduardo Baruque: «Hay que tener muy claras las normas y reglamentos sobre el uso de los datos, especialmente los relacionados con menores». La alta sofisticación de las herramientas actuales para crear avatares o replicar voces supone para García Brustenga otro peligro: «Esto puede dar pie a la desinformación o a la suplantación de la identidad de una persona. O que la integración de la IA en el proceso de creación de contenidos cuestione cómo se aplica la propiedad intelectual».