Categorías:
Es un hecho constatado que los archivos y los profesionales que en ellos trabajan hemos tenido, a lo largo del tiempo, dificultades para trasladar el valor de nuestras instituciones a la sociedad: hemos carecido de recursos para hacerlo, de voluntad política para apoyar nuestra actividad, o hemos dado importancia a la actividad de conservar frente a la de darnos a conocer. Quizá sea una mezcla de estas y de otras causas.
Sirvan dos ejemplos para apoyar esta tesis. El primero de ellos tiene que ver con la poca importancia que el Consejo Internacional de Archivos (ICA) prestó a la selección de la efeméride para la celebración del día Internacional de los Archivos. El día elegido fue el 9 de junio porque ICA se constituyó bajo los auspicios de la UNESCO un día como ese en 1948.
El segundo tiene que ver con el reciente nombramiento del Ministro de Cultura y Deporte, Màxim Huerta y la consecuente segregación de dicha cartera de la de Educación. El foco se ha centrado en un conjunto de tuits publicados por el nuevo Ministro en relación al deporte, pasando la cultura a un segundo plano. Los archivos, simplemente, no han aparecido. ¡Lo que hubiéramos dado porque esos tuits hablaran de los archivos! siguiendo ese aforismo de que hablen, bien o mal, pero que hablen al menos. Esperamos que, en los próximos días, el titular de Cultura se vaya familiarizando con sus funciones y con la importancia vital que tienen los archivos, aunque la experiencia nos dice, lamentablemente, que los archivos no ocuparán portadas.
Desde Odilo queremos aprovechar esta entrada en la víspera del Día Internacional de los Archivos, fecha que, aunque poco original, es en la que los archiveros podemos y debemos levantar nuestra voz, para reivindicar la actividad de los archivos.
Los archivos, en su sentido más amplio (sin centrarnos en las etapas administrativa, intermedia e histórica, sistema archivístico de pertenencia u otras cuestiones) son la salvaguarda de los derechos subjetivos de los ciudadanos: desde nuestra existencia legal (nacimiento), nuestras relaciones familiares, el reconocimiento de nuestras posesiones materiales, hasta la garantía de nuestras prestaciones sociales. Pero también recogen nuestras obligaciones tributarias y con la Justicia (por poner algunos ejemplos).
Por otra parte, los archivos son la representación de la actividad parlamentaria, jurisdiccional y de la administración. Esta es una de las partes más importantes de nuestro Estado de Derecho. Los actos administrativos y jurídicos se rigen por unos procedimientos claramente establecidos que dejan una serie de testimonios documentales que aseguran el buen hacer de estas instituciones y que, llegado el caso, sirven para que los ciudadanos nos quejemos y litiguemos si algo no nos parece justo.
En resumen, los archivos son testimonio de los derechos y obligaciones de los ciudadanos, de los actos de la administración y la jurisdicción, y de las relaciones entre ciudadanos, administración y jurisdicción.
En los últimos años nos hemos encontrado con una evolución que nos permite que estos testimonios no se recojan mediante los medios tradicionales en papel, sino que nos encontramos en el centro de un enorme cambio hacia la administración electrónica. Pero esto no cambia nada de lo que habíamos dicho. Los archivos son y seguirán siendo los garantes de los derechos y obligaciones y el testimonio de las actividades parlamentarias, administrativas y jurisdiccionales.